A pesar de que puede parecer lo contrario, este pobre inútil es un auténtico afortunado. No todos los días tienes la ocasión de que una Ama tan dominante y severa como Madame Madison te humille, te pisotee con sus botas y sus pies o te haga oler sus calcetines sudados.

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No importa las veces que su esclavo asista a una de las sesiones de Madame Madison. Ella siempre estará dispuesta para rebajarle los humos y decirle quién manda aquí. Él ha venido nada más que a lamerle la suela de las sandalias ¡Debería sentirse privilegiado!

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